¿Recuerdan a Los Supersónicos, la
caricatura en que una familia del futuro era asistida por su fiel ama de llaves
Robotina? Pues el futuro descrito en la televisión no está tan lejos, al menos
en la relación entre los robots y los seres humanos. A juzgar por los
prototipos y productos presentados en las ferias robóticas Festival de
Robotique (Lausanne, Suiza), Innorobo (Lyon, Francia) y RoboCity (Madrid), la
tendencia en la industria es tener robots con forma humana pero con facciones
francamente robóticas, y que nos ayuden en tareas propias de la enseñanza, el
turismo, las oficinas y el cuidado de las personas solitarias o enfermassi el
robot busca tener una apariencia y comportamiento 100% humanos pero no lo
logra, nuestro cerebro puede detectar las diferencias y provocarnos ansiedad.
Por el contrario, si el diseño del robot es, valga la redundancia,
evidentemente robótico, entonces percibimos que se trata de un objeto y nos
acercamos a él como tal.
En
marzo los organizadores de Innorobo, que se llevó a cabo en Lyon, Francia,
presentaron a humanoides revolucionarios, como el sudcoreano Kibo 2.0, que
tiene una cámara que reconoce los rostros de las personas con que interactúa,
así como un micrófono de reconocimiento de voz. Que los robots tengan estas
capacidades se traduce en que pueden establecer una relación de mediano a largo
plazo con un ser humano.
Otro de
los adelantos que se presentaron se relacionaron con la piel robótica: un
material con el que el robot puede registrar y almacenar información sobre las
texturas y densidades de los objetos que lo rodean. Tal es el caso del modelo
desarrollado por Giorgio Metta y su equipo del Instituto Italiano de
Tecnología. Esto podría romper una más de las barreras que impiden la relación
fluida entre humanos y robots.
La pregunta es la siguiente: dejando las consecuencias a un lado ¿Qué beneficios creen que puedan traer estos robots?